Algún día todos llevaremos gafas inteligentes. Esa es una realidad que debemos ir aceptando. La utilidad de las gafas inteligentes es innegable. Sin embargo, para que sea algo habitual todavía falta algo de tiempo y una serie de avances importantes. Todos estos avances se realizarán sobre la realidad virtual.
Realidad virtual, no es solo jugar
Para muchos, la realidad virtual es un paso más allá en el mundo de los videojuegos. Pero lo cierto es que las gafas de realidad virtual tienen muchísimas más funciones que las orientadas al ocio. Para entender correctamente lo que nos ofrecen unas gafas de realidad virtual debemos pensar en lo que son realmente. La clave de estas está en la pantalla. La gran diferencia entre mirar una televisión y mirar unas gafas de realidad virtual está en la distancia. Estas últimas consiguen ocupar todo nuestro campo visual. ¿A cuánto equivaldría una pantalla que ocupara todo nuestro campo visual? Obviamente, depende de la distancia a la que estuviera situada dicha pantalla, pero hablamos de cifras inmensas. Una pantalla de un grandísimo tamaño. ¿Y para qué se usa una pantalla? Entretenimiento, y trabajo. Y dentro de estos dos grupos tenemos muchos más. Dentro del entretenimiento podemos hablar de los videojuegos, de ver películas, series, de leer libros, de ver la televisión, o de navegador por Internet o por redes sociales. Dentro del trabajo podemos hablar de múltiples disciplinas que se verían beneficiadas de unas gafas de realidad virtual. Es difícil no pensar en redactores de artículos, capaces de escribir en un teclado sin mirarlo. Podrían tener una pantalla completa, con imágenes a un lado, y diversos textos al otro, y un documento en el centro en el que estarían escribiendo. ¿Alguna vez habéis visto escritorios de 6 monitores? Pues algo así es posible con unas gafas de realidad virtual, y encajarían en los trabajos de contables, abogados, diseñadores… cualquier trabajador cuyo principal elemento de trabajo sea el ordenador.
Un paso intermedio hacia las gafas inteligentes
Claro que, las gafas de realidad virtual tienen un problema básico, y es que nos impiden ver la realidad física, la que tenemos delante. Y eso nos impide conducir con unas gafas de realidad virtual, o incluso realizar estos mismos trabajos de los que hemos hablado si tenemos un elemento físico con el que trabajar, como puede ser un documento en papel que tenemos que utilizar como referencia, o un libro que tenemos que mirar. Claro está, es un paso intermedio hacia unas gafas que nos permitan ambas cosas. Es lo que serán las gafas inteligentes, capaces de ofrecernos información ante nuestros ojos sin que obligatoriamente nos tengan que robar la atención de lo que tenemos delante.
Todas las compañías están invirtiendo en realidad virtual en este momento. Ya hemos visto las gafas de Samsung que integran su smartphones, pero también los planteamientos de Google con Cardboard y otras opciones interesantes en todos los rangos de precio. Solo falta que las compañías trabajen más en esa dirección y que se den cuenta de que hay mucho más que videojuegos y películas interactivas dentro de las gafas de realidad virtual.